La primera y más costosa operación es la obtención de los aceites esenciales, mediante destilación, tratamientos directos, extracción con disolventes, enflorado o infusión. El más utilizado es la destilación o arrastre con vapor, ya que se puede aplicar a plantas, raíces, flores, hojas y madera.
Sin embargo, este sistema no se puede aplicar con flores tan delicadas como el nardo, el jazmín, el iris o la violeta, que sólo se dejan arrebatar su perfume en frío, por medio de un delicadísimo y costoso proceso llamado enflorado que consiste en colocar las flores sobre bandejas impregnadas de grasa inodora que va tomando el olor de las flores.
Los aceites esenciales son sustancias puras que alcanzan precios de vértigo. Por ejemplo un kilo de iris puede llegar a cotizarse en 45.000 euros, y el de jazmín francés por 20.000 euros. Cifras nada descabelladas si tenemos en cuenta que para obtener un kilo de esencia de jazmín es necesario recolectar más de 600 kilos de flores, cogidas una a una. O 3.500 kilos de rosas de Grasse para obtener un kilo de esencia.
Con éstas extraordinarias materias primas, el perfumista realiza las mezclas correspondientes, escribe fórmulas químicas y, en virtud de los resultados, elabora nuevas partituras de olores hasta conseguir una fragancia de éxito. El perfumista debe imaginarse un aroma y reproducirlo. Nunca dejar al azar la responsabilidad de creación.
Un perfume está compuesto de tres partes principales: salida, cuerpo y fondo. Las notas se salidas, las primeras que se huelen, son agradables y deben de resultar atractivas para despertar el interés. Suelen ser ligeras, frescas y volátiles. Las notas de cuerpo proporcionan la originalidad del perfume y contienen sustancias florales, especiadas y maderadas. Las notas de fondo dan el carácter y la personalidad definitiva a la fragancia, permanecen en la piel.
Entre sus notas se encuentras las sustancias animales y resinas. El perfume es un equilibrio bien orquestado de los tres elementos, una vez macerado junto con alcohol y agua, a partes iguales, entre 15 y 60 días y filtrado varias veces para obtener una transparencia máxima.
En la actualidad, entre filtros y tubos de ensayo, los perfumistas se han convertido en los alquimistas del siglo XXI, personas que convierten su profesión en un arte para deleite de los demás