Este modelo, predominante en todas las civilizaciones antiguas, está basado en la observación. La Humanidad se ha fijado desde siempre en que todos los eventos que rigen la vida se repiten periódicamente: las fases de la luna, las estaciones, el día y la noche, la rueda del zodiaco, esto es, el movimiento de las estrellas y muchos de los fenómenos biológicos.
Si nos fijamos en los calendarios que nos han dejado culturas como los Mayas o los Aztecas o el llamado Zodiaco de Déndera en Egipto, son calendarios circulares. Estos calendarios son sumamente complicados (solo en Egipto había tres calendarios concomitantes), pero a la vez son sumamente precisos.