Antes de ponerme a describir los planetas en astrología tengo que describir porque tenemos en cuenta los planetas.
Para empezar, los planetas son masas de materia sólida, agua y gas que giran alrededor del Sol.
El Sol no es un planeta es una estrella.
La Luna no es un planeta, es un satélite, gira alrededor de la Tierra.
Cualquier cosa que exista en el Universo, la percibamos con la vista o no, emite una radiación. Esa radiación (en general, la llamamos energía) tiene una frecuencia de onda que le es propia.
Hablamos en términos de energía, primero porque está de moda y parece que todo el mundo lo entiende y, segundo, porque la energía nos da una idea de acción, de movimiento.
Si fuéramos un poco más allá, filosofando un poco, podríamos, sin temor a equivocarnos, decir que, incluso “lo que no existe”, es decir, lo que aún está en potencia, también nos influye. Pero no vamos a entrar en Metafísica. Al menos por el momento.
Entonces, vamos a concretizar en lo que sabemos que existe y tenemos delante.
Teniendo en cuenta que todo lo que existe en el Universo nos influye. Vamos a emplear la lógica.
Cojamos como ejemplo nuestro querido planeta Tierra.
Es evidente que nos influye, por ejemplo, lo que pase en China. A nivel económico y político nos influye muchísimo. Pero, nos afecta más lo que pasa en nuestro propio país porque estamos en él.
Y, siguiendo con el razonamiento, nos influye más lo que hace el vecino de arriba cuando no para de arrastrar las sillas que lo que hace el de tres plantas más arriba al que no escuchamos. Y, desde luego, más que el que viva en dos edificios más allá.
Con los planetas de nuestro Sistema Solar ocurre lo mismo. Nos influyen más porque son nuestros vecinos.
Hay una pequeña diferencia, como puede ocurrir con los vecinos. Al que tenemos más cerca, igual nos da la lata arrastrando las sillas, pero el de tres plantas más arriba igual tiene más mala leche y, cuando se enfada y grita, es mucho peor que el de las sillas.
O igual, hay uno que apenas nos damos cuenta ni de que existe, pero es tan grande que, si nos cruzamos por la escalera, apenas cabemos para pasar.
Con los planetas es lo mismo. Unos están más cerca, otros están más lejos, pero son mucho más grandes y hay uno, el pequeño Plutón (al que han degradado, por el momento) que es el que está más lejos, pero el que tiene un “hipohuracanado grito” que, cuando se pone, se pone y nos revienta los tímpanos.
Cada planeta tiene su propia personalidad, como los vecinos. Es decir, su propia energía o frecuencia. Por lo tanto, cada uno nos influye de forma diferente.
Cuando los antiguos les pusieron nombre (prevaleció el que le dieron los romanos), no les pusieron planeta número 1, 2, 3, 4, etc. que igual hubiera sido lo normal. No, les pusieron nombres de dioses, porque los dioses son representaciones de Arquetipos.
Y ¿qué es un Arquetipo?
Podríamos, para explicarlo fácilmente, decir que un Arquetipo es un tipo de personalidad pura.
Cada uno de nosotros (incluyo todos los Seres con los que interactuamos) tenemos una personalidad mezclada. Eso nos hace únicos.
Es como si haces varias salsas con los mismos ingredientes de base. Pero, en cada salsa, los pones en proporciones diferentes.
¿Los ingredientes son los mismos? Sí.
¿Te salen las salsas con el mismo sabor? No
Y, por lo tanto, le has echado lo mismo. Pero, la proporción de la mezcla hace que cada una sea única.
Cada uno de los ingredientes es un Arquetipo. Por si solo tiene un sabor. En términos de personalidad, diríamos, que se comporta siempre de una manera.
Cada Arquetipo es una personalidad diferente.
Pero, cuando mezclas todos ellos en proporciones diferentes, nos salen personalidades distintas.
Cuando hablamos de Marte, por ejemplo, hablamos del Arquetipo Marte, el dios de la guerra, el activo, el que no contiene su furia. Y, lo hacemos, porque esa es la influencia que la energía de ese planeta nos transmite.
No es lo mismo que tomes una cucharada de azúcar a que tomes una de vinagre. Las reacciones que le van a producir a tu paladar son distintas. Si tomas una de vinagre y otra de limón se parecen, pero no es lo mismo.
Con los planetas nos ocurre igual, los hay dulces, salados, agrios, amargos, etc.
Conociendo el Arquetipo que representa cada planeta y cómo se comporta y, sabiendo en qué proporción están mezclados en su influencia sobre nosotros, tendremos una idea bastante aproximada de cómo somos. Porque, al final, no dejamos de ser una salsa.
En Astrología contemplamos, básicamente, los que están en nuestro Sistema Solar, porque son nuestros vecinos.
El Sol, una estrella, porque es, como si dijéramos el “jefe de escalera”, el que tiene que tener en cuenta a todos los vecinos y ocuparse de ellos.
Los Planetas son los vecinos del edificio, con sus virtudes y sus defectos. Con algunos tenemos amistad, a otros les detestamos y otros nos son indiferentes.
Y luego está la Luna, que es como si dijéramos, la vecina de al lado. Pegadita a nosotros. Ni siquiera es propietaria, es inquilina, pero, escuchamos hasta cuando tira de la cadena. En general es maja. Pero está como una chota y, a veces, nos pone la música a todo trapo porque está contenta, y a veces, la escuchamos llorar por los rincones y nos da mucha pena. Pero, es lo que hay.
Ahora que ya sabes qué son los planetas en astrología ya puedes ir a ver uno por uno a qué Arquetipo representa.