La Emperatriz

Esta es la carta número tres de los Arcanos Mayores del Tarot.

Representa una mujer madura sentada en un trono. Lleva un cetro en la mano izquierda coronado por una esfera con una cruz, para representar que su poder real le viene de la divinidad y que deja reposar sobre su regazo. El mango del cetro lo sostiene entre el pulgar y el índice de una forma un tanto peculiar, ya que no lo agarra, sino simplemente parece deslizarse entre sus dedos.

Sus ojos marrones miran hacia su izquierda (la derecha de la carta frente a nosotros).

Sostiene un escudo con un águila imperial, al que parece proteger con su brazo derecho. Casi como si el brazo fuera el ala, bajo la cual un ave cobija a su polluelo.

Su cabello es blanco, símbolo de pureza. La corona ostenta en el centro el símbolo de una pica. A diferencia de la Papisa, no contiene piedras preciosas de ningún color, aunque uno puede imaginar que los pequeños puntos negros de la parte inferior de la corona bien pudieran serlo.

Su vestimenta es azul regio en la parte superior, un color que solo estaba permitido portar a los miembros de la realeza y la nobleza en la época medieval. En la parte inferior, el color rojo, simboliza la vida y la actividad, como símbolo de fertilidad. Está decorada por un collar con triángulos, figura geométrica que corresponde a su número en las cartas y primera figura geométrica que existe. Un triángulo más grande enlaza con su cintura, alta, que parece indicar que la Emperatriz está embarazada.

Los colores, en suma, indican, su cercanía a la espiritualidad (azul), mientras está conectada de forma activa con la vida (rojo) y la inteligencia del amarillo. El fondo naranja, inteligencia mundana y las plantas de color naranja otoñal indica que la naturaleza ha dado sus frutos.

Su mirada se dirige a la carta siguiente, el Emperador que la mira a ella a su vez, como la pareja real bien avenida que son.

Representa a la etapa fértil y madura que ha evolucionado desde la gestación de la Papisa. Aquí la naturaleza del Ser Humano es ya una realidad que ha llegado al mundo, pero que todavía necesita de la protección de la madre. También es la madre por antonomasia.

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