Martinés Y Saint-Martin habían dado un alma al martinismo y Papus le había dotado de cuerpo. Bien es verdad que las almas por su privilegio de inmortalidad, escapan al tormento de las disensiones, celos y ambiciones, no ocurre así con los cuerpos que no son más que pasajeros.
Al correr el tiempo, según el humor de los unos y de los otros, la unidad se deshizo en ramas que salieron de un tronco común. Desde 1922, Víctor Blanchard fundó la Orden Martinista Sinárquica (O.M.S.) dirigida más tarde por Louis Bentin, resurgente francés residente en Inglaterra. En 1975, una patente fue librada.
En Francia, en 1931, Augustin Chaboseau funda la Orden Martinista Tradicional (O.M.T.) y, en 1948, Jules Boucher crea La Orden Martinista Rectificada. En 1968, bajo el impulso de Robert Ambelain, fue creada la Orden Martinista Iniciática (O.M.I.), enraizada en la masonería de Memphis-Mizraïm. Se podrían evocar escisiones más recientes del tronco común, presidido, como ya lo hemos visto, por Emilio Lorenzo, sucesor de Philippe Encause: la Orden Martinista Liberal (O.M.L.) que ha conocido, así mismo una escisión que desembocó en la Orden Martinista de los S I (O.M.S.I.) y finalmente la Orden Martinista Tradicional Primitiva (O.M.T.P.)
Esta, en el más puro espíritu del martinismo, reagrupa un pequeño nódulo de buscadores, fieles a la filiación espiritual de los maestros que nos han precedido y a la enseñanza Martinecista y Saint-martinista.